“El movimiento no puede ser separado del cuerpo,

Para poder percibir correctamente quiero sentir

Que mi musculatura esté viva.”

 

Carolle Shneemann 

Actos semi-violentos que se sugieren tras las membranas de los labios y la actitud de un testimonio íntimo, erótico y confuso. Una exploración corporal que, aún cuando parece referirse sólo a sus líneas externas, está impregnada también de ansiedades nerviosas, movimientos musculares provocadores y tratables o, mal-tratables, deseos de la destrucción de cavidades.

 

Labios, protuberancias protectoras de dos de los orificios de la corporalidad femenina, orificios penetradores, orificios que dejan con su existencia la comunicación entre interno y externo, conductos que hacen posible mirar por sus aberturas hacia lo que no conocemos, a lo que parece que no somos, lo que tímido se sigue internando, escondiéndose de la curiosidad humana y del propio cuerpo externo que se protege a sí mismo en cualquiera de sus conductos, reafirmando la idea de un cuidado interno.

 

Por ahora me enajeno con los labios que delinean a la boca, con sus músculos,  sus pliegues, sus gestos, a veces mecanizados. Los deseos iniciales estimulan, los nervios, las ansias, los músculos, todo quisiera comprimirse hasta dejar de sentirse algo existente, deseando colapsar hacia lo interno, succionarse a sí mismo y no dejar rastro alguno de tal orificio en mi cuerpo

 

Labio que se hunde y levanta de la profundidad de la carne, licuando, licuando, licuando…

melissa

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